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La pinacoteca de los días

En el caos de la falta de sueño, o en el caos de la desconexión corporal a horas extrañas, estas obligan al individuo a un aterrizaje forzoso en el mundo consciente. El golpe siempre es duro, como caer desde lo más alto de un rascacielos tras haber intentado saltar a otro sin éxito. Confusión, visión borrosa, mareo y sobre todo una pregunta en la cabeza ¿donde estoy? aunque uno aparezca por defecto en el mismo lugar, este hecho no impide que la confusión y las sensaciones contrapuestas se hagan dueñas del individuo. Similar al letargo de un anfibio tras quedar congelado en época invernal y recobrar el sentido de su existencia con la llegada de la "primera verdad", o similar a la confusión del cosmonauta tras un largo proceso de criogenización, para soportar el tedioso viaje espacial más allá del planeta enano Plutón.

 

Atrás quedan los restos de la experiencia vivida más allá del territorio de los sueños, donde sólo existe una sola oportunidad, al igual que en el terreno de la consciencia. Cada viaje es único, y por tanto es irrepetible e intransferible. Y son restos, porque la experiencia de ensoñación solo se puede apreciar en su totalidad en su esfera correspondiente, en el terreno de la consciencia, la experiencia se recuerda como algo fragmentario, carente de sentido la mayoría de las ocasiones, cuyas plasmaciones visuales son borrosas como las imágenes almacenadas en un formato obsoleto de video o borrosas como los recuerdos tras una ingestión masiva de alcohol, que provoca la ralentización de la información del cerebro, y por tanto regala una experiencia falsa dentro del terreno de la consciencia.

 

Aquel que desee no despertar jamás y permanecer en la ensoñación deberá entregar a cambio, su existencia en el terreno de la existencia, cuyo retorno es muy amplio al igual que las experiencias disponibles en la misma. Debido al alto precio a pagar pocos son los individuos que se atreven a pagarlo, e intentan imitarlo con sustancias alteradoras de la consciencia, cuyos efectos son pobres imitaciones de la ensoñación eterna, que será entregada de forma automática, tras el fin de la existencia en el terreno de la consciencia. Por tanto, rogamos a los individuos que no hagan mal uso de sus estados, puesto que la inmortalidad no está reservada al ser humano, y sus consecuencias pueden resultar fatales.

 

1 comentario

Jota -

Curioso :).